19 nov 2013

Ayer era tarde, casi de madrugada, cuando recordé que tenía pendiente desde hace mucho tiempo leer algo sobre Corea del Norte. Mi interés sobre la dictadura más hermética del mundo, el único reducto Stalinista del siglo XXI, era grande, necesitaba intentar comprender como subsiste esta sociedad. Aun así, un lunes a las 12 de la noche es difícil ponerse a leer artículos en internet.  Decidí asimilar el conocimiento de una manera más lúdica. A través de un comic. Buscando encontré Pyongyang de Guy Delisle.



Guy Delisle, canadiense de nacimiento, residió en la capital de Corea del Norte durante dos meses por razones laborales. Aunque parezca increíble, ciertos estudios de animación franceses deslocalizan trabajos a Corea del Norte (entre ellos la serie de mi querido Corto Maltés). Esto es lo primero que nos choca al enfrentarnos a la novela gráfica de Delisle pero no será lo único.


A través de una recopilación de anécdotas (con escaso hilo argumental y cohesión para mi gusto), se describe el hermetismo y la propaganda de un régimen que nos deja perplejos por el retorcimiento de sus acciones. Un país lleno de paradojas. Dependiente de las donaciones de ONGs pero plagado de extranjeros, capitalistas sin escrúpulos, que pretenden enriquecerse con inversiones imposibles. Un país sin electricidad en las calles y casas pero que realiza obras faraónicas que nunca se llegan a terminar o utilizar. Donde una persona no tiene ningún bien material pero en los sótanos de los hoteles existen casinos y restaurantes de lujo.
Una novela gráfica que resulta interesante para acercarse a un país totalmente anclado en el pasado y que plantea ciertas cuestiones éticas interesantes. Interesante sin llegar a la altura de los relatos de Joe Sacco, claro.

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