Hace años, en Filadelfia, tuve una oportunidad de visitar
este museo único. Una oportunidad que no llegué a ‘disfrutar’ y que posiblemente
no se vuelva a dar. Y es que, aunque el museo venga en las guías, no es fácil de
encajar en una visita turística tras ver la Campana de la Libertad y la estatua
de Rocky Balboa. Pero por intentarlo que no fuera. Indudablemente no era fácil
de vender a mis compañeros de viaje.
En 1858,el Doctor Thomas Dent Mütter, realiza la donación
que permite la creación de este museo. Fetos y miembros conservados en formol, galerías
llenas de esqueletos deformes, exposiciones fotográficas de las anomalías más
grotescas, cabezas reducidas, instrumental médico del siglo XIX… Sigo sin comprender totalmente la finalidad de
todas estas ‘piezas’. Supongo que en una mente victoriana tendría más
justificación.
Un escenario excepcional para inspirar al villano de un
comic de Mike Mignola (Hellboy, AIDP…). Porque no nos es difícil imaginar a
Mütter como un masón victoriano, amante del ocultismo, de la alquimia,
coleccionista de los fetiches más extremos. Sentado en un despacho rodeado de
su macabra colección intentando dominar el mundo (o salvarlo, nunca se sabe),
invocando algún tipo de criatura de Lovecraft.
Un buen sitio para pasar Halloween. Ya lo decian los Murder City Devils en su canción
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