Durante el siglo XVII, Aragón, que en aquel entonces dirigía
los designios de Nápoles y las dos Sicilias, necesitaba financiación para sus
guerras religiosas. Que mejor manera que exprimir a los habitantes de uno de los
puertos más importantes del Mediterráneo para conseguir sus objetivos. Si esto
no fuera suficiente, una epidemia de peste diezmo a dos tercios de la población.
Estos dos factores sumieron a Nápoles en su crisis más importante de la Edad
Moderna.
Dice la leyenda, que durante esta negra época, los
habitantes de la ciudad a los que acontecían sucesos felices, al tomar un café, dejaban el dinero en la barra para otro. De esta manera, la persona que viniera
detrás y no fuera tan afortunada (cosa muy probable en aquellos tiempos),
podría disfrutar de un café pagado.
En todo blog llega ese gran momento en que existe una
persona que se interesa por lo que escribes y te aporta ideas. Este post es fruto de esa primera persona. Gracias Rossella.
0 comentarios:
Publicar un comentario