El chatarrero de Sangre y Cielo, el Duque del Ruido. El Nick
Cave Madrileño (por poco que le guste). Pionero de la explosión independiente
de finales de los 80s y principios de los 90s en España. Artista de culto (por
no decir olvidado). DJ consagrado en el Morocco (donde se permitía mezclar Nino
Bravo con Einsturzende Neubaten) en los 90s. Poeta. Novelista. Actor. Malabarista
de la droga. Fan de Raphael. Deconstructor de boleros. Productor músical. Ese
es Javier Corcobado (Francfurt, 1963). Ese es el Javier Corcobado que conocía
hasta hace un par de días.
Ir a ver una película sobre Skaters pioneros españoles de
los 80s (Monopatín, 2013) puede llegar a ser un poco pretencioso. Más cuando hace
25 años que no agarras una tabla y cuando lo hacías eras patético. Sin embargo,
es una gran oportunidad para ver a tus amigos una tarde fría de domingo en
Madrid. Echarte unas risas, tomarte una cerveza, dar un paseo por el centro…
Buen plan. Buen documento gráfico.
Ya me había echado unas risas con las pintas terribles que lucíamos
en los últimos 70s y me había interesado sobre la historia de Sancheski cuando
una imagen familiar asaltó mi retina. Una imagen fuera de lugar en ese momento.
El pie de imagen no dejaba lugar a dudas, era Javier Corcobado (Skater pionero
y músico). Allí estaba, en su retiro del desierto de Almería. Lejos de
tentaciones, sano, concentrado en contar una faceta suya para mí totalmente
desconocida. Una faceta de estrella del Skate. ‘Ojiplatico’ me quedé.
Pues sí, así es. Uno de los pioneros madrileños de Nuevos
Ministerios. Varias veces campeón de España. Un ‘crack’ en todas las
disciplinas de la época (Freestyle, salto…). Colaborador en la construcción del
skatepark del parque sindical. Años han pasado desde ‘Diminuto Cielo’ (1996)
con Manta Ray.
Tres discos que he recuperado estos días:
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